Algo maravilloso me está ocurriendo ahora. No necesito hacer un esfuerzo por sentir este nuevo estado y mantenerlo en el tiempo.
Siempre he sabido lo que quería y ahora tan solo estoy asumiendo la sensación de serlo, de tenerlo.
Empiezo a sentirme muy seguro, porque soy muy feliz con cada movimiento de mi cuerpo, con cada elección de mis pensamientos, de mis sentimientos, de mis emociones.
Si deseo entusiasmo, tan solo tengo que actuar con entusiasmo, si deseo paz, lo mismo, actúo con paz, y todo es tan sencillo, es como si se me hubiera revelado el misterio de la vida, la verdad, esa verdad que hace al hombre libre.
Siento que me he convertido en un patrón de calidad. La gente del barrio me mira por la calle, me reconocen por el tiempo que llevo transitando los mismos lugares que ellos, pero no saben quién soy, me miran con escepticismo, algo en mi ha cambiado en su percepción, incluso algunos se vuelven, al cruzarme con ellos, para observarme de espaldas, como si necesitaran ese tiempo de más para valorar lo que no comprenden.
Mientras voy caminando por la calle observo cómo los transeúntes se hacen a un lado y a otro del camino, como dejando un pasillo en medio por el que tránsito, como un hombre que sabe a dónde va, con seguridad, con acierto, con intención, con acción, con actitud.
Me siento el dueño de mi vida, el dueño de la situación, el dueño de mi destino, y la situación exterior tan solo es un reflejo de mi estado de conciencia actual. Es como si todo el mundo me pidiera consejo con sus miradas.
No pienso en nada, he entrado de lleno en el contenido de mi actual presencia y la mente ha dejado de molestarme por el momento.
La duda de si he cerrado con llave la puerta de casa, de si he cerrado el grifo, cualquier tipo de dudas, salen del contenido de mi cabeza, como notas musicales que se caen de un pentagrama sin hacer el más mínimo ruido. Me acabo de liberar de la importancia que les daba a las cosas y ahora, esas mismas cosas, fluyen con la corriente de la vida misma.
Nada perturba mi miente. Me he convertido en Dios.
Ahora soy energía, energía y memoria, porque empiezo a recordarme a mí mismo, a ser consciente plenamente de mí mismo.
Mi cuerpo me lleva, pero camino sin forma, y al no tener forma, nadie puede definirme, y al no poder ser definido, nadie puede encontrar ningún punto de materia por donde lastimarme. Ya no puedo ser vencido.
Solo queda el mundo y yo, una presencia informe que no puede ser dañada.