Hoy he decidido vivir mi vida según mi propio credo, marcando mis propias reglas, pero creo que eso al mundo le da exactamente igual.
Intentar explicar que ahora eres una persona capaz de elegir conscientemente todo en su vida es una tarea de significación propia que cae en el olvido social tan pronto como es pregonada, obteniendo incluso el efecto contrario que se pretendía.
A la gente no le interesa tanto que tú seas esto o aquello; a la gente no le interesa lo que tú seas, lo que verdaderamente le importa de verdad es el cómo, cuál ha sido la piedra filosofal utilizada o el método seguido para llegar a encontrar la verdadera libertad.
La gente languidece buscando, a empujones, el acomodo en su propia incomodidad, diluyendo su esencia única en la maraña del grupo, obedeciendo al instinto gregario como el rebaño que bala al unísono y no sabe decidir por sí mismo. Cree que lo hace, pero no es consciente de su propia inconsciencia. Tal es la ilusión en la que se sobrevive.
El ser humano ha estado toda su vida dilatando sus sueños, apoyados en la creencia de que necesitaban a una mente brillante – ajena a ellos – que les marcara una pauta, un camino, unas reglas, unas cuantas de esas técnicas precisas para hacer frente al devenir constante del tiempo en sus intentos torpes por no ahogarse en el pozo del ostracismo social.
Y este ser humano se ha acostumbrado a esta destructiva mediocridad, se ha acostumbrado de manera indolente a que le digan cómo moverse, cómo vestirse, cómo comportarse, cómo actuar, qué decir, qué ser… pero lo más paradójico es que nunca se ha cuestionado por qué da esa legitimidad sobre su futuro a personas ajenas a él. Cree, a ciencia cierta, que esas mentes ajenas han sido dotadas de una característica especial, sobrenatural, y bajo este pretexto los acaban convirtiendo en paladines del futuro de aquellos que deciden seguir, con ahínco, el éxito de la persona que lo predica.
Empiezan a seguir los éxitos de los demás convirtiéndose en burdas copias ilegítimas de aquello que no les corresponde vivir por derecho propio. Redefinen su proceso vital para acabar transformados en un espejismo de aquello que no son. Una caricatura bufonesca del original ajeno.
… y toda esta parafernalia infructuosa por el desconocimiento que les impide ver que no necesitan a nadie para SER ellos mismos y para llegar a tener lo que realmente desean en sus vidas.
Llegar a conseguir la libertad es la meta de todo ser que vive bajo el imperativo de un sistema absurdo, pero esta libertad requiere de una gran responsabilidad, la nuestra, por eso a la gente le da tanto miedo ser libre.
Existe una opción única y exclusiva para cada uno de nosotros: ‘nuestra elección’.
Existe una pregunta que debería acompañarnos siempre antes de dormir y de penetrar en los sueños: … ¿y por qué no YO?